jueves, 28 de abril de 2011

EFECTO MOZART EN LOS NIÑOS

La expresión Efecto Mozart” se refiere a los efectos beneficiosos que puede producir a las personas escuchar las melodías de dicho compositor. 
Este efecto se vio que podía beneficiar a los bebés, ya desde el útero materno, pero no de cualquier manera: se suponía que la música de Mozart los hacía más inteligentes. Se llegó a estas conclusiones desde diversos frentes, que pasamos a analizar y a desvelar si realmente está comprobado el “Efecto Mozart”.






Escuchando a Mozart, estudiantes más listos (durante diez minutos)
El neurobiólogo Gordon Shaw es uno de los “padres” del efecto Mozart, que apuntaba a principios de los años noventa que la actividad musical refuerza las vías neuronales implicadas en las habilidades espacio-temporales de la corteza cerebral. La escucha de música parece activar, no una, sino varias áreas cerebrales.
Uno de los estudios más populares acerca de la supuesta subida en el nivel intelectual de los oyentes fue el realizado en 1993 por Gordon Shaw y otra investigadora de la Universidad de Wisconsin (EEUU), la psicóloga Frances Rauscher. Hallaron que en ciertos tests de inteligencia se observaba una pequeña y temporal elevación de la puntuación al escuchar 10 minutos de la música de Mozart.
En concreto, los estudiantes lograban gracias a esta breve exposición a Mozart un mejor razonamiento espacio-temporal, pero los propios autores señalaron que ello no se traducía en un incremento del coeficiente intelectual. Además, este efecto positivo duraba unos 10 minutos.
En dicho estudio, los autores contaron con datos que no parecen ser demasiado significativos, con una muestra muy escueta. Llevaron a cabo la exposición durante 10 minutos de 36 estudiantes una sonata para pianos.
En las salas contiguas otros dos grupos de compañeros realizan idénticas pruebas, con la única diferencia de haber pasado esa decena de minutos escuchando cintas de relajación unos, y en absoluto silencio otros. Las puntuaciones resultaron ser de 8 a 9 puntos superiores después de escuchar a Mozart frente al resto de las situaciones.
El famoso estudio fue publicado en 1993, en la revista “Nature”. Enseguida esta teoría se popularizó, y no me extraña, quién no se prestaría a escuchar cierta música si nos aseguran que con ese simple y agradable gesto vamos a ser más inteligentes (o lo serán nuestros hijos).
Todos los medios de comunicación se hicieron eco de este “descubrimiento”, y pronto surgieron afirmaciones y especulaciones alejadas del método científico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario